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Diagnóstico precoz de la espasticidad post-ictus

06 - 06 - 2023

Hoy os traemos un artículo de Antonio Gómez Blanco, médico rehabilitador del Ceadac, publicado en Neuroconectados.

¿Qué es la espasticidad?

La espasticidad es un trastorno motor caracterizado por un aumento del tono muscular dependiente de la velocidad, asociado a un reflejo miotático exagerado y que resulta de un procesamiento anormal de las aferencias espinales por una pérdida de control superior del reflejo miotático. Puede aparecer en numerosas afecciones neurológicas que conlleven una lesión de neuronas motoras superiores, como ictus, esclerosis múltiple, daño cerebral hipóxico, lesión cerebral traumática, lesión medular, tumor cerebral, parálisis cerebral infantil y enfermedades neurodegenerativas.

Relación estadística ictus-espasticidad

La espasticidad es una de las consecuencias del ictus, que, al afectarse las neuronas motoras cerebrales, además de perder la capacidad de movimiento de los músculos de un segmento del cuerpo, se pierde el control de los reflejos periféricos y medulares. Esto último provoca que los músculos afectos presenten un alto nivel de tensión interna (aumento de tono o hipertonía) y no sean capaces de relajarse. En España, cada año se dan aproximadamente 120.000 nuevos casos de ictus, por lo que podemos deducir que cerca de 36.000 personas presentan cada año espasticidad en nuestro país.

¿Cuál va a ser el tratamiento de la espasticidad post-ictus?

El ictus puede afectar diferentes áreas funcionales (sensitiva, cognitiva, emocional, motora, comunicativa, deglutoria…) que limitan la actividad y la participación del paciente que lo ha sufrido. Por lo tanto, en la fase aguda del ictus, una vez que se hayan controlado las posibles complicaciones que afecten al estado vital del paciente, se debe iniciar un tratamiento rehabilitador lo más precozmente posible.

Este tratamiento neurorehabilitador lo debe proporcionar un equipo transdisciplinar organizado y coordinado, con el conocimiento, la experiencia y las habilidades para trabajar en equipo con personas que han sufrido un ictus y sus familias, compuestos al menos por personal médico (médico rehabilitador, neurólogo), personal de enfermería y profesionales del ámbito de la fisioterapia, la terapia ocupacional, la logopedia, la neuropsicología y el trabajo social.

El tratamiento de la espasticidad es complejo, existiendo en la actualidad un amplio abanico de posibilidades terapéuticas y siendo la rehabilitación un pilar fundamental, beneficioso en todos los casos. Los diferentes tratamientos de la espasticidad se pueden clasificar en medidas farmacológicas y no farmacológicas. La valoración de cada una de ellas y la posibilidad de combinarlas en relación a las necesidades identificadas debe ser individualizada.

Decidir cuándo iniciar un tratamiento específico para la espasticidad, sigue siendo un punto de incertidumbre para los profesionales. Por un lado, hay que tener en cuenta que no siempre la espasticidad tiene repercusiones negativas en el proceso de recuperación tras un ictus, pues un cierto grado de espasticidad en extensión de la extremidad inferior puede ser beneficioso para poder trabajar en rehabilitación una bipedestación y una reeducación de la marcha de forma temprana.

Hay consenso en cuanto a que hay que tratar la espasticidad si produce dolor o interfiere en la función o en el proceso de rehabilitación. Y por el otro lado, las recomendaciones actuales abogan por el inicio temprano del tratamiento para evitar la aparición de las complicaciones secundarias como el dolor, la rigidez, la deformidad o la propia progresión de la espasticidad.

¿Por qué es tan importante el diagnóstico precoz de espasticidad?

Porque permite poder iniciar y programar de forma precoz un tratamiento específico, adecuado e individualizado en cada paciente e intentar así:

  • Evitar las consecuencias de la cronificación de la espasticidad (los cambios viscoelásticos en los músculos y tejidos blandos)
  • Prevenir la aparición del dolor y la instauración de posibles síndromes dolorosos (como el síndrome de hombro doloroso del hemipléjico). (5).
  • Disminuir la interferencia de la espasticidad en los procesos de neurorehabilitación del ictus.

Y porque se está viendo en estudios actuales que los primeros signos de espasticidad se presentarían de forma precoz durante la primera semana de evolución tras un ictus, pudiéndose observar aumento de la resistencia al movimiento pasivo hasta en el 85% de los pacientes que van a desarrollar espasticidad. Por lo tanto, es muy importante el seguimiento clínico por parte de los equipos transdisciplinares, para esta identificación precoz y puesta en marcha de los programas específicos de tratamiento en cada caso.

Si queréis lee el artículo completo, haced clic en el siguiente enlace

Antonio Gómez Blanco, médico rehabilitador del Ceadac

jueves, 23 noviembre 2023 10:06

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